Hoy tengo el placer de mostraros la entrevista
que le he hecho a Carlos Marquina Arrieta, quien apareció en El País con el artículo “Desahuciado, mileurista y coleccionista de fábricas”. Contactó
conmigo para explicarme lo que está haciendo en la Harinera de Azuara y su
pasión por el coleccionismo “industrial”.
Además Carlos participa en la II Jornadas sobre Patrimonio Industrial de Casetas, serán el 6 y 7 de abril, unas jornadas que os recomiendo.
Las imágenes de la entrevista me las
ha facilitado Carlos Marquina, desde aquí se lo agradezco.
1.
Cuándo comenzó tu interés por las antiguas instalaciones industriales, y más en
concreto por antigua maquinaria y archivos?
Desde
muy pequeño me han fascinado las antiguas fábricas. Mi padre trabajaba en una
fábrica de papel que databa de 1790, a la que me llevaba alguna vez. A mí me
encantaba acompañarle. Las fábricas antiguas tienen un encanto especial que yo
percibía desde muy pequeño, y las escapadas con los amigos en bici por las
huertas donde existe una antigua fábrica de harinas fascinante, que está
incluida en la lista de los 100 elementos del plan nacional de patrimonio
industrial, me fascinaba. Desde entonces he ido recogiendo parte de esa
historia, creo que tenía unos 12 años. Con 16 ya empecé a interesarme por la
documentación histórica; el primer trabajo serio fue intentar recuperar el
archivo de esa papelera.
2.
¿Desde cuándo coleccionas maquinaria antigua? Y ¿Por qué decidiste empezar este
tipo de coleccionismo? Imagino que es costoso poder mantener este tipo
maquinaria.
Mi
colección de máquinas empezó cuando tenía unos 15 años. Recuerdo sobre esa
época la ilusión de haber recuperado una máquina cuyo destino hubiese sido ir a
la chatarra. Recuerdo que la estaban sacando de un taller de imprenta dos
chatarreros cuando pasé con mi padre y me tropecé con ellos. Me fascino tanto
ver aquella máquina que me detuve a ver cómo la manipulaban. En ese mismo
instante convencí a mi padre para que preguntase por el destino de la misma.
Ellos comentaron que la tiraban a la chatarra, entonces proseguimos el camino,
no sé cómo lo hice pero en 200 metros que recorrimos caminando convencí a mi
padre para que la comprase. Desde entonces intento recuperar esas máquinas
olvidadas.
El
coste es subjetivo, puede ser costoso en la adquisición y en el almacenaje,
necesitas grandes espacios, y cuanto más aumenta la colección necesitas más,
pero qué precio tiene el hecho de recuperarla, el poder disfrutarla.
3.
Cuando comenzó tú interés por estos vestigios de la industrialización ¿ya
conocías el concepto de Patrimonio Industrial? O ¿a medida que te adentrabas en
este mundo empezaste a oír hablar de él?
Sobre
el año 1996 ya tenía material, muy poco, pero ya con 13 años tenía esa
conciencia de dar esa protección a los objetos, sin ver que en esos años estaba
aportando mi granito de arena de cara a la conservación del patrimonio
industrial. Aunque este concepto no lo conocía, y la sociedad tampoco. Hay que
recordar que en España el plan nacional sobre patrimonio industrial no se
realizó hasta el 2001, cinco años después.
Poco
a poco me fui adentrando en este mundo. Llegar a conocer los conceptos del
patrimonio industrial y el salto al instituto, me ayudaron a conocer más a
fondo el patrimonio que tenía en mis manos.
4.
De todas las piezas que tienes ¿alguna que le tengas especial cariño?
A
todas las piezas le tengo un cariño especial, todas tienen una historia y un
trabajo de recuperación, pero puedo destacar un par de ellas; la primera
máquina que recuperé, que es una Minerva, no es una pieza destacable en mi
colección, pero fue el comienzo y me ha acompañado desde entonces, desde un
pequeño local a la harinera que tengo.
La
segunda pieza a destacar tiene un valor más bien sentimental, ya que se trata
de una antigua turbina del año 1900, posiblemente de fundiciones del Ebro,
recuperada de una antigua harinera que estaba abandonada y la estaban
desmantelando. Me costó dos meses localizar al dueño, mientras veía como
desaparecían piezas y más piezas de esa antigua fábrica. Mientras mi padre me
ayudaba en el desmontaje, el dueño ya mayor nos contaba historias de la
fábrica, de cómo su padre tuvo que saltar por el desagüe de la turbina que
conectaba al rio para huir de los maquis, comentando que la guerra en el 39
terminó en las ciudades, pero en estos lugares inhóspitos continuó durante muchos
años más.
5.
¿Tienes un inventario de todos los elementos que tienes?
Al
principio empecé un inventario, sobre todo con la documentación. La falta de
tiempo y el aumento cuantitativo de la colección me hizo paralizarlo, mi
colección puede rondar en miles de documentos, sin contar con la maquinaria y
herramientas, que todas juntas pueden rozar las 200 piezas.
6.
Has adquirido una antigua fábrica de harinas, ¿para qué quieres reutilizarla?
Mi
intención desde siempre ha sido la conservación de este patrimonio para el
disfrute de todos. La adquisición de la harinera es el principio para intentar
crear un gran museo industrial.
7.
¿Ya has comenzado la rehabilitación de la harinera? ¿En qué fase está de su
rehabilitación?
Se
ha comenzado a su valoración. Las actuaciones en estos edificios son
complicados, se va a realizar un anteproyecto y un plan de actuación del
edificio donde se actuará por fases para la recuperación integral del edificio.
8.
¿Planteas abrirla a las visitas, incluyendo además la visita a tu colección?
Los
planes son musicalizar todo el edificio, en el edificio central conservar toda
su maquinaria integra, como si hubiese estado en una cápsula del tiempo. Las
naves que posee el edificio albergarán la colección de maquinaria, mostrando
una de las mejores colecciones de España en materia de Artes Gráficas, recreando
talleres de ajustes, carpintería, de la historia del papel,
progresivamente aumentando los metros
expositivos y su temática, creando una sala de conferencias, un gran archivo
con una gran fuente de documentación abierta para los investigadores, talleres
de oficios y manejos de maquinaria antigua. El edificio puede dar muchas
opciones.
9.
Alguna anécdota curiosa sobre la adquisición de maquinaria o archivos.
Cada
objeto tiene su historia. Recuerdo algo muy curioso: estuve recuperando una
colección de una antigua imprenta de burgos, teníamos las puertas abiertas y la
gente se asomaba mientras desmontaba la máquina plana, de principios del siglo
XX, entera. Tenía el problema de que no salía por la puerta, La gente pedía
permiso para poder verla, es entonces cuando de verdad tomaban conciencia de su
patrimonio, un patrimonio olvidado. Al ver que la máquina abandonaba Burgos,
les dolía y reclamaban más protección para este patrimonio, clamando que es una
pena que se fuese de Burgos. No se puede valorar lo que no se conoce.
El
proyecto de la harinera puede ser un ejemplo de cómo entre todos podemos
conservar este patrimonio tan reciente. Asimismo puede ser un proyecto de
creación de empleo y de riqueza para un municipio envejecido donde el efecto de
la despoblación, de la que tanto se habla ahora, se pueda minimizar.
Este
tipo de proyectos pueda ayudar a mantener población donde se quedaron las
antiguas fábricas que daban riqueza a los pueblos.
Desde aquí agradecer a Carlos que
respondiera a mi entrevista y por las imágenes que ilustran la misma.
2 comentarios:
Qué maravilla. Ojalá haya más personas como esta que se dediquen a conservar lo que para muchos de nosotros es un oficio hoy en día. La verdad es que la industria y su maquinaria avanza tan rápido que no nos damos cuenta del valor que tiene cada pieza para situarla en su momento y contexto. Desde luego este tipo de iniciativas me hacen valorar más mi trabajo. Espero que las cintas transportadoras en las que trabajo hoy en día se aprecien dentro de unos años y se puedan valorar dentro del contexto industrial actual. Gracias por traernos esta entrevista tan interesante.
Admirable labor la de Carlos y gran entrevista en este blog.
Cuento con abundante herramienta del taller de carros y carruajes de varias generaciones de la rama paterna de mi familia. ¿Hay algún museo que rescate esta arqueología industrial?
Mi correo: cesarmiguelelorriaga@gmail.com
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