Una bodega ecológica en una antigua
fábrica de hojalata, de la que ya os hablé en diciembre de 2016, cuando comenzaba sus andanzas la bodega.
Una bodega con una pequeña
producción, en la que se puede realizar catas, realizar eventos y visitar todo
el conjunto (previa solicitud)
Web
de la bodega
Un
alto horno convertido en bodega.
Artículo de Javier Flores para
Málaga Hoy
La Real fábrica de Hojalata de San
Miguel, situada junto al margen del río Genal, fue durante muchos años un
testigo mudo y abandonado de la fructífera industria de la zona en el pasado.
Un edificio fantasma que esperaba a la persona que lo devolviese a la vida,
mientras sus edificios en ruinas veían pasar el tiempo sin demasiada esperanza.
Nadie podía imaginar hace más de una década que aquella imagen de sus ruinas en
la revista del Valle del Genal, hoy desaparecida, llegaría a manos de un
enamorado de la Serranía de Ronda que por aquel entonces andaba buscando una
finca con opciones de rehabilitación para construir su propio refugio, alejando
del mundanal ruido de Madrid, y convertirlo en su particular lugar de fuga.
No obstante, no sería en aquel
momento cuando Enrique Ruiz se haría con estas instalaciones, ya que, aunque
llamó a interesarse, no se encontraban en venta, por lo que desistió de su
idea. No obstante, en uno de los viajes que realizó buscando una propiedad
decidió bajar a la zona y contemplar aquella imagen que se había quedado en su
memoria.
No sería hasta dos años después
cuando al ir a embarcar con destino a Nicaragua, país al que se fue a trabajar
cinco meses, compró una revista dedicada a la venta inmobiliaria y, de repente,
apareció nuevamente en su vida la Real fábrica de Hojalata. Pero en esta
ocasión fueron sus motivos laborales los que nuevamente le separaron de su
proyecto. El destino parecía jugarle una mala pasada. Sin embargo, guardó la
esperanza de que a su regreso siguiese sin venderse y pudiese tener la opción
de comprarla.
A su vuelta, tras interesarse por la
propiedad, le comunicaron que seguía en venta y decidió visitar a sus
propietarios -un matrimonio inglés- para tratar la posible compra. Pero tras
conocer el precio de la misma regresó a la capital de España y tuvo que
remitir, a su pesar, un mensaje a sus propietarios en el que les comunicaba que
no podía alcanzar el precio que le habían solicitado.
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Fue entonces -pensando ya que se le
escapaba nuevamente- cuando aquel matrimonio decidió volver a contactarle para
tratar de llegar a un acuerdo. Y es que, según le comentaron, habían visto en
él a la persona que devolvería el alma a la vieja fábrica. No se equivocaron.
Hoy en día las instalaciones en las
que todavía se conserva el primer alto horno de España han vuelto a la vida,
aunque transformadas en una coqueta bodega destinada a la producción de vinos
naturales.
En este camino de 15 años, que
Enrique Ruiz reconoce que no ha sido fácil, culminó la recuperación de todos
los edificios que componían aquella industria, tanto los destinados a la propia
fabricación como aquellos que albergaban a los trabajadores o los destinados al
culto, ya que también contaba aquel poblado con una capilla. Un trabajo
laborioso y complejo para el que utilizó los mismos materiales que en su
momento usaron para su construcción, ya que todos estos datos se encuentran
recogidos en el archivo de Simancas.
Y mientras iba culminado la
restauración, daba vueltas a cómo hacer viable aquella aventura con algún tipo
de cultivo, lo que le llevó casi a decantarse por los cítricos exóticos con los
que había realizado algunas pruebas y parecían adaptarse bien a la zona, aunque
tras una consulta con un técnico de la Oficina Comarcal Agraria de Ronda
decidió cambiar en el último momento y recoger aquella recomendación que le
llevó a convertirse en viticultor.
Tras comprar los derechos de
plantación para tres hectáreas -en las que posee unas 15.000 plantas de las
variedades moscatel morisco, pinot noir, tintilla y garnacha- decidió que su
bodega tenía que ser también un modelo respetuoso con la naturaleza y la
elaboración de sus vinos lo menos intervencionista posible. Una filosofía que
aplicó a los diferentes elementos de la propiedad, en la que se aprovecha el
corcho de sus alcornocales para elaborar los tapones de sus botellas y se
produce también la cera natural con la que son selladas.
Un modelo ecológico por el que deja
que las propias levaduras de la uva arranquen su trabajo en el momento en que
la naturaleza las lleven a ello para hacer la fermentación, al tiempo que se
reduce al mínimo la utilización de sulfitos para el embotellado, hasta el punto
de reducirlos a menos de 20 miligramos por litro, aunque la legislación permite
hasta un máximo de 200.
Además, en el caso del vino
elaborado con garnacha, lleva la metodología de lo natural al extremo, ya que
no se utiliza ningún tipo de sulfito, aunque eso hace que sea muy delicado para
su conservación y cualquier traslado sin las condiciones adecuadas puede
facilitar una evolución en botella inadecuada y dañar el vino, por lo que tan
solo puede consumirse en la propia bodega durante algunas de las actividades
que se organizan o las visitas a las instalaciones.
En la actualidad en las
reconvertidas instalaciones industriales se elaboran ya cuatro tipos de vinos
tintos y uno blanco, que se venden en los mercados de Madrid, Cádiz, Costa del
Sol y Málaga, y es que su pequeña producción tampoco permite el poder abarcar
un mayor mercado.
Eso sí, para aquellos que quieran
vivir una experiencia ecológica en un paraje natural de gran belleza y unas
instalaciones únicas, la bodega ofrece visitas que incluyen un recorrido para
conocer la historia del espacio y disfrutar en el primer alto horno que
funcionó en España. Además, estas actividades también una cata de vinos en
elaboración, cata de vinos terminados y comida, pudiendo incluso dormir en el
recinto si se opta por vivir esta experiencia durante la tarde. Incluso se
pueden celebrar eventos en las dependencias, ya que la antigua capilla está
reconvertida para ese uso.
A ello también se unen las jornadas
gastronómicas que se organizan y en las que se efectúan maridajes de los vinos
con distintos tipos de cocinas. Un proyecto y una aventura que Enrique cuenta
con pasión, como aquella persona que logró hacer realidad un sueño en un lugar
al que el destino le llevó, aunque en ocasiones el camino no fue el que
pretendía, pero ahora se siente satisfecho del recorrido realizado. El proyecto
de recuperación de las instalaciones industriales y la integración en el
paisaje, la economía local y el entorno también han tenido una recompensa en
forma de premio.
La intervención en el medio natural
ha sido distinguida por la Fundación Hispania Nostra por esa capacidad de
conjugar rehabilitación e integración en el espacio en el que se encuentra
ubicada.
Fuente
de la noticia https://www.malagahoy.es
Premian
el proyecto de recuperación de la Real Fábrica de Hojalata de Júzcar
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De
fábrica militar a bodega patrimonial
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de la noticia https://www.laopiniondemalaga.es
Datos
del conjunto patrimonial Real Fábrica de Hojalata y Altos Hornos de San Miguel
Más
información http://www.malaga.es