Artículo de Caterina Devesa para La
Voz de Galicia
El derribo de la chimenea de la
central térmica de Sabón ha vuelto a reabrir el debate en torno a la
conservación de los elementos del patrimonio industrial. La cuestión es simple,
tirar o conservar, pero la respuesta divide opiniones. Desde la comunidad local
de arquitectos lamentan que la Administración consienta la desaparición de
elementos que «forman parte de nosotros». En este sentido, Cristóbal Crespo,
profesor de Proyectos del Grado en Arquitectura, define como «una oportunidad
perdida el hecho de destruir la torre de la térmica de Sabón». El docente
expone que «todos los puertos tienen un símbolo. El puerto de A Coruña tiene la
Torre de Hércules, por ejemplo. Se podía haber utilizado la chimenea para dotar
al puerto exterior de un emblema. Nadie entendería que se tirasen abajo los
faros, a pesar de que muchos ya no se utilizan. Pues con las chimeneas se debería
pensar de la misma manera», comenta.
Precisamente, con el objetivo de
aportar propuestas para convertir la torre de Sabón en un punto de referencia
para Langosteira, Crespo desarrolló un ejercicio con sus alumnos. Los
estudiantes trabajaron en la elaboración de sugerencias que sirviesen como
alternativa a la demolición de la chimenea. Entre las propuestas de los jóvenes
arquitectos se encontraban opciones originales como la de «convertir la
chimenea en una columna corintia, como si fuese el resto de un gigantesco
templo». En esta línea, Crespo expresa que «hay que pensar que este tipo de
apuestas divertidas son la esencia del arte moderno. Pongamos por ejemplo que
llega a Arteixo un barco desde Senegal y se encuentra con eso. Sería un guiño
sorprendente que luego comentaría en su país».
Otro punto clave para Crespo es el
del coste medioambiental que presenta demoler una instalación como la de Sabón.
«Es todo lo contrario a la sostenibilidad de la que tanto se habla», dice el
académico, que añade, «si cuando se construyó me hubiesen preguntando habría
respondido con un no rotundo. Del mismo modo, ahora, que ya está construida, no
entiendo que se tire abajo». Además, Crespo hace referencia al «valor cultural
que ya representa esa chimenea. Es una construcción que forma parte de nuestra
memoria», explica.
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Actualmente en la comarca coruñesa
tan solo continúan en pie cuatro chimeneas con historia a sus espaldas. Una de
ellas es la localizada en el kilómetro 19 de Ponte Lago, en Carral, de
propiedad privada. Se trata de una instalación que ha sido abandonada y que
ahora se mantiene en pie, pero en estado de abandono. Lo mismo ocurre con la de
la antigua fábrica de curtidos de Betanzos. Y en el Concello de Oleiros se
localizan las únicas que se mantienen en buenas condiciones: la de Mera y la de
A Fábrica de Perillo. «Es necesario entender que este tipo de estructuras
también forman parte de nuestro patrimonio», dice Roberto Costas, presidente
del Colegio de Arquitectos de A Coruña. En este sentido, explica que «las
Administraciones deben intervenir en las de propiedad privada para garantizar
su conservación, igual que se hace con otro tipo de estructuras». Además, el
arquitecto expone que «hay que mantener en pie todos esos elementos que forman
parte del paisaje». En cuanto a la de Sabón, aclara que «a pesar de que
estéticamente no es tan vistosa como las dos de Oleiros pertenece a la memoria
colectiva por lo que se tendría que haber trabajado para buscar otras
alternativas».
Cambios en
el «skyline» de Arteixo este año
La chimenea de Sabón ha perdido 15
metros de altura desde los inicios de su demolición. Unos trabajos que
comenzaron en febrero con el desmantelamiento manual de la parte más alta de la
torre, donde el espesor del hormigón es menor. Actualmente ya es posible
apreciar como se ha reducido la franja superior de la instalación que pasará a
ser historia a finales de este año, según las previsiones de Gas Natural
Fenosa, ahora Naturgy, responsable de la instalación. Sus 200 metros de altura
la convierten en la chimenea más grande de España en demolerse. Su gran tamaño
ha generado dificultades en el derribo, que tiene que realizarse desde
plataformas colgadas con personal experto en trabajo vertical hasta bajar unos
80 metros aproximadamente.
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