Artículo de J. Sanz para El Norte de
Castilla
Los vestigios industriales de la
antigua azucarera Santa Victoria, cuyas naves centrales se encuentran en pleno
corazón del parque de Las Norias, un piconcito verde aislado de la ciudad por
las vías férreas y que acaba de cumplir ocho años desde su fastuosa
inauguración.
...
La continua caída de cascotes por
los cuatro costados del bloque central de la desvencijada azucarera revela,
como mínimo, el mal estado de sus muros centenarios y catalogados, además de la
ausencia de mantenimiento por parte de su titular –el Ayuntamiento– para
evitar, al menos, riesgos para los usuarios que, aunque escasos, frecuentan
este área verde llamado a ser el ‘Central Park’ de la capital, como lo calificó
el entonces concejal de Urbanismo, José Antonio García de Coca.
Ocho años después, con sus 2.922
días –bisiestos incluidos–, de aquellas palabras lo único destacable en cuanto
al aspecto actual del parque es el cuidado de sus zonas ajardinadas y el uso de
su rocódromo y de las pistas de pádel aisladas de la nave central de la
azucarera. Junto a esta sobrevive al vandalismo, gracias a la instalación de
cámaras de videovigilancia, el único inmueble en uso, uno de los dos chalés
señoriales de la entrada que alberga a la Fundación Jorge Guillén desde hace
cinco años.
Imagen de la noticia |
En busca de otra fundación
La casona gemela situada junto a la
anterior languidece en paralelo al cuerpo central de la azucarera, si bien en
su caso, al menos, estuvo a punto de cerrarse su cesión a la Fundación
Francisco Umbral –el proyecto no cuajó– y el Consistorio estudia en la
actualidad la ubicación allí de otra fundación similar, también de carácter
cultural, a corto plazo, según reconocen fuentes municipales.
Pero para la vasta nave central,
cuyos ladrillos catalogados datan de finales del siglo XIX –abrió sus puertas
en 1900 y cerró exactamente cien años después–, «no hay nada de nada», según
explicaba ayer de manera gráfica el concejal delegado de Patrimonio, Manuel
Sánchez, quien reconoció que hasta la fecha, ocho años después de la
inauguración del parque de Las Norias, «solo se ha hablado de probabilidades
–se barajó en su día la apertura de un centro comercial, oficinas o de un gran
contenedor cultural–, pero no hay nada concreto y tendrá que ser la próxima
Corporación la que tenga que resolver el futuro de la azucarera». Un marrón,
vamos, de dimensiones monstruosas dado el deficiente estado de conservación del
inmueble.
Sin quejas formales
El edil asegura que no han recibido
quejas hasta la fecha alertando del mal estado de la azucarera y descarta, de
entrada, una intervención allí. Pero basta recorrer el perímetro de las viejas
instalaciones industriales para comprobar que, en efecto, piden a gritos una
manita. Eso solo en cuanto al exterior, rodeado hoy de cascotes y en el que
solo quedan jirones del enorme trampantojo decorativo que escondía sus tripas.
Estas se pueden visitar estos días gracias a un butrón abierto a porrazos en su
fachada principal –lleva así más de dos meses– y, más tranquilamente, por el
portón de la parte posterior, que también está abierto de par en par desde hace
una semana.
Dar una paseo por las entrañas de la
azucarera, eso sí, conlleva más riesgos aún que hacerlo por el exterior. La cubierta
está repleta de boquetes, al igual que el firme de su planta superior, y el
interior es ahora un enorme palomar, lo que a su vez ha generado un problema de
salubridad debido a la acumulación de excrementos de las aves. Tanto es así que
una gruesa capa de palomina forma una tupida alfombra sobre el suelo.
La propiedad de los terrenos del
parque de Las Norias pasó a manos del Ayuntamiento hace un decenio y suya es la
responsabilidad de su mantenimiento y de buscar una salida a la antigua
azucarera del XIX.
*Esta
noticia cuenta con una galería fotográfica
Los
menores frecuentan la peligrosa azucarera Santa Victoria como zona de juegos
Imagen de la noticia |
No hay comentarios:
Publicar un comentario