La demolición que borrará en dos
meses la fábrica harinera Santiago Alfageme e Hijos podría haberse evitado si
el gigantesco edificio de seis plantas se hubiera construido unos metros más al
Norte, en terrenos de San Andrés del Rabanedo, ya que este municipio del área
metropolitana leonesa, a diferencia de la capital, sí protege los molinos
harineros en su Plan General de Ordenación Urbana (PGOU).
«Son elementos de la arquitectura
tradicional que consideramos imprescindible salvaguardar, y que disponen de
medidas de protección en el Plan de 2010», explica la concejala de Urbanismo,
Elena Prieto. Un año antes, otro municipio del alfoz, Villaquilambre, ya había
decidido igualmente proteger en su planeamiento los siete molinos harineros que
aún se conservan sobre las presas que surcan su territorio desde la alta edad
Media. Por su importancia y antigüedad, destacan la Presa Vieja, también
llamada del Obispo, de San Lorenzo o de los Curtidores, y la de San Isidoro,
ambas del siglo XII, sangradas del río Torío. Todos estos cursos de agua
artificiales tenían sobre sí molinos u otros artefactos que aprovechaban su
potencial energético hidráulico para moverse y ejecutar trabajos. Su
catalogación y protección evita que desaparezcan al «constituir un elemento
importante no sólo desde el punto de vista paisajístico sino también cultural»,
indica el PGOU.
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Entre los «elementos de interés
localizados» en San Andrés, el más antiguo es el molino de Los Velilla, de
1880, ubicado en Trobajo del Camino, al igual que el molino de Los Porteros,
que se construyó en el año 1900. En Villabalter se conservan el molino de Recas
(1950) y el de Los Chicarros (1958), conocido como «el molinín». El de Requejo
(1959) y Los Picones (1940) están en San Andrés. El plan reconoce que el
interés arquitectónico de estos edificios de transformación de materias primas
«hace necesaria su protección arquitectónica» y los incluye en el catálogo de
edificios protegidos. De modo que gracias a los PGOU de Villaquilambre y San
Andrés se mantendrán una buena parte de los edificios molinares que abastecían
de harina a la capital en siglos pasados, pero se da la paradoja de que algunos
molinos encuadrados en León están amenazados por la expansión urbanística o el
deterioro, al carecer de protección hasta el momento.
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