Autora artículo: Hortensia García en
el Levante-emv
Eclipsada
por el notable patrimonio histórico de Valencia, la arquitectura industrial,
salvo honrosas excepciones, languidece en la ciudad víctima del olvido y de la
falta de inversiones y de ideas para su reutilización. El plan Nacional de
Patrimonio Industrial (2001-2010) intentó despertar el interés por el legado
industrial, pieza fundamental de la historia de los dos últimos siglos, y catalogó
más de un centenar de edificios, entre ellos la fábrica de la Tabacalera y la
Estación del Grao. El objetivo era que las administraciones locales los
protegieran y rentabilizaran socialmente. El plan se topó con la indiferencia
en su aplicación de la mayoría de comunidades autónomas.
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Pese
a estar incluida en el citado plan nacional, la Tabacalera fue derribada
parcialmente para construir un nuevo ayuntamiento y varios bloques de viviendas
de alto standing. Sólo después del derribo se declaró el edificio Bien de
Relevancia Local. La Estación del Grao sigue su proceso de degradación y
expolio mientras espera el proyecto de rehabilitación.
La
ubicación muchas veces de las construcciones industriales en espacios urbanos
privilegiados ha supuesto una amenaza añadida para estos edificios que no han
escapado a la especulación urbanística. Sus propietarios, públicos o privados,
se resisten a solicitar la declaración como bien protegido del patrimonio
industrial por las dificultades que implica asumir la responsabilidad de su
conservación y por las posibles limitaciones de uso.
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Ante
la pasividad de las administraciones son los colectivos ciudadanos los que se
organizan para promover la conservación y el uso de estos antiguos espacios
industriales, todavía desconocidos e infravalorados. Fue precisamente un
colectivo ciudadano el que salvó de la piqueta el antiguo matadero de la
Petxina de Valencia, reconvertido en polideportivo y biblioteca municipal y uno
de los mejores ejemplos de recuperación de edificios industriales de la ciudad.
El
patrimonio industrial «durmiente» de la ciudad cuenta desde esta semana con un
aliado, un nuevo colectivo en defensa de los edificios industriales. Se trata
de la Asociación de Patrimonio Industrial de la Comunitat Valenciana (Apiva)
que nace con intención de vigilar y denunciar la pérdida de este patrimonio y
promover su conservación. Su presidenta, Diana Sánchez Mustieles, doctora en
Arquitectura, lleva tiempo dedicada a esta labor a través de su blog (patrindustrialquitectonico.blogspot.com.es).
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La
nueva asociación tiene previsto organizar rutas urbanas por el patrimonio
industrial para fomentar su conservación. «Queremos explicar la historia de
estos edificios, que son grandes desconocidos, mucha gente no sabe cuál era su
uso y la importancia histórica que tienen por ejemplo en la toponimia». Como
ejemplo Diana Sánchez cita la chimenea industrial ubicada en el número 10 de la
avenida Serrería, integrada en un bloque de viviendas modernas. Se trata de la
chimenea de una antigua fábrica de madera, una serrería, que es precisamente lo
que da nombre a esta importante avenida.
Apiva
tiene previsto poner en marcha varias rutas. Una de ellas comprendería las
fábricas de Bombas Gens y la Ceramo, en la avenida Burjassot. Se trata de dos
importantes ejemplos de arquitectura industrial muy amenazados. La fábrica de
Bombas Gens (1930), donde se construían bombas de agua, es un ejemplo único de
arquitectura industrial «art déco» y lleva el sello del arquitecto Borso di
Carminati. El edificio, sufrió hace poco un incendio tras años de abandono.
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El
último dueño de Bombas Gens, que incomprensiblemente sólo tiene protegida la
fachada principal y parte de la trasera, tenía previsto construir un hotel, un
aparcamiento y un supermercado.
El
proyecto ha naufragado en medio de la crisis económica y el edificio podría
pasar ahora a manos de la Sareb. El ayuntamiento, presionado por los vecinos
que reclaman que la fábrica se conserve y reutilice para equipamiento del barrio,
ha lanzado una propuesta al dueño para trasladar la edificabilidad a otro punto
de la ciudad.
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La
Ceramo (1855) , donde se fabricaron los azulejos que decoran edificios tan
emblemáticos como el Mercado de Colón y la Estación del Norte, sería otra
parada obliga en la ruta. La fábrica de un llamativo estilo neomudejar, está
destinada a equipamiento público, pero el ayuntamiento todavía no ha pagado los
2,2 millones de euros que el dueño reclama en el proceso de expropiación.
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El
puerto y su entorno serían escenario de otra ruta donde destaca un conjunto de
almacenes portuarios, las naves de Juan Verdeguer, cuya recuperación presenta
un resultado desigual. Las naves pasaron a manos del ayuntamiento dentro del
proceso de reparcelación del PAI del Camí Hondo del Grao. Parte de los
almacenes, han sido rehabilitados.
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