Artículo de Ana Vozmediano del
Diario Vasco
Ellos también han hablado. Los
arquitectos consideran que el Plan Especial de Protección del Patrimonio
Urbanístico Construido, el PEPPUC, es una oportunidad para que la ciudad sepa
cómo cuidar su diseño y su historia, una oportunidad que, a su juicio, no se
puede desaprovechar. Lo han dicho por escrito y se han acercado al
Ayuntamiento, a esa comisión especial que debe dar los pasos para conseguir
aprobar la capa de protección de los edificios ya construidos.
No parece que al Colegio Oficial de
Arquitectos Vasco Navarro le guste demasiado ese Plan que ya tiene su primera
aprobación y que debe recibir el visto bueno definitivo en pocas semanas. Al
menos si se tiene en cuenta la entidad de sus alegaciones y la importancia que
le da a que no se limite en el tiempo la protección de edificios, una cuestión
que deja fuera de catalogación a hitos del urbanismo donostiarra reciente como
pueden ser las obras que el prestigioso Rafael Moneo ha dejado en Donostia como
el Kursaal o la iglesia de Riberas de Loiola.
Consideran también que el patrimonio
industrial es importante, más allá de posibles argumentos de edificaciones singulares.
Y son críticos: «El término municipal de Donostia carece de edificios
industriales antiguos a proteger, prácticamente han desaparecido todos fruto de
una intervención urbanística muy poco reflexiva sobre la rehabilitación o
reforma, filosofía que esperamos que se replantee».
Porque la inclusión de usos nuevos
en edificios viejos es un debate arquitectónico antiguo, dicen desde el Colegio
y por ello proponen que se incluyan tres inmuebles que consideran muy
especiales dentro de la historia de la ciudad. Se trata de las oficinas de
Luzuriaga en Molinao, de Coca Cola en Rekalde y de la Unión Farmacéutica en
Igara. Solo este último, diseñado por Luis Peña Ganchegui, aparece en la
imprescindible guía de arquitectura editada por la propia entidad que agrupa a
los arquitectos para destacar su originalidad en el tratamiento y en los
materiales.
¿Qué tiene Luzuriaga para que
merezca el manto de la protección del PEPPUC? Las oficinas se levantaron en
1956 y son un exponente del racionalismo de post-guerra en Gipuzkoa, diseñado
por Ricardo Olaran, el último representante de la arquitectura racionalista
donostiarra industrial. Su descripción técnica es la de un edificio de tres
cuerpos con otro central y con un orden gigante de pilastras empotradas de
orden clásico.
Es el turno de otro edificio también
industrial, el de Coca Cola en Añorga, ligado en imagen a la entrada a San
Sebastián y a visitas vinculadas a excursiones de colegio y concursos de
redacción. Está incluido en el inventario industrial del Gobierno Vasco y fue
edificado en 1958, dentro de la estrategia de la multinacional para implantarse
en el Estado. El Colegio de Arquitectos resalta que es un ejemplo de
arquitectura racionalista de la década de los años 60, con valores como su
entrada y marquesina, así como la cristalera de la zona de oficinas principal.
La Unión Farmacéutica siempre ha
estado en el punto de mira de los arquitectos como un edificio de solera, para
empezar porque es una obra de Peña Ganchegui, un hombre que tuvo la Medalla de
Oro de Arquitectura en 2004 y que sus colegas de profesión consideran como un
claro referente arquitectónico.
Oficinas de Luzuriaga, imagen de la noticia |
La Unión Farmacéutica, situada en el
camino de Portuetxe, en Ibaeta, se edifica en 1973 como almacén de empresa. Se
explica en la guía del Colegio de Arquitectos. Peña Ganchegui se vale de la
idea de fachada como uno de los aspectos sustanciales del edificio. «Los muros
translúcidos de pavés enlazan con la imagen de la arquitectura industrial y
producen un efectos más abstracto en las fachadas al carecer de los huecos
convencionales». Además, el arquitecto se recreó en las formas cilíndricas,
«aprovechando las posibilidades del vidrio prensado, con intenciones plásticas,
tanto en la sección del cierre como en los núcleos emergentes contrastados con
sus sólidas bases de hormigón».
El patrimonio industrial centra,
además del tiempo, la nutrida batería de las alegaciones de los arquitectos
vascos, que han consensuado también que se otorgue el grado E, la categoría que
protege un conjunto urbano desde el punto de vista de las envolventes y
materiales y acabados, en el tratamiento de color para la conservación del
grupo a la colonia Virgen del Pilar de Martutene (1919), a Santa Bárbara de
Altza (1955), grupo Korea en la zona de San Francisco Javier de Egia, la plaza
del Cedro y plaza de los Olmos en Bidebieta, un polígono ejecutado entre 1963 y
1975, la que se denominó colonia María Cristina de casa baratas en Larratxo.
Limitación temporal
Respecto a la limitación temporal
del plan, muestran su sorpresa por el cambio de criterios y porque se utilice
el año 1950 como año tope en el que los edificios ya tendrían que estar
excluidos. «Si se cortara en el año 1900, la práctica totalidad de los
edificios del Ensanche, coetáneos a esa época, quedarían fuera de este PEPPUC.
Apenas quedarían 10 edificios». Argumentan que por este tipo de límites
temporales ya se han perdido elementos por falta de catalogación, caso del
mercado de San Martín, por ejemplo.
Tres
edificios
Oficinas de Luzuriaga
Molinao. Se edifica en 1956 para una
factoría con un proyecto de Ricardo Olaran. Se considera un exponente del
racionalismo de post-guerra en Gipuzkoa. Abogan por su rehabilitación y nuevos
usos.
Coca Cola
Errekalde. En este caso se considera
como un ejemplo de arquitectura racionalista más tardío, de los años 60 y se
destaca el valor de su entrada y marquesina, así como de la cristalera. En uso.
Unión Farmacéutica
Ibaeta. Ésta es una obra que se
edifica en 1973 como almacén de empresa y con los planos del arquitecto Luis
Peña Ganchegui. Se destaca el uso de elementos novedosos y originales. En uso.
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