'Molinera ilusionada' tras cumplir los 50 y ser víctima de un ERE con despido.
Artículo de El Correo Gallego
Isabel Rivas es una gallega que se vio afectada por un ajuste de empleo con
más de 50 cumplidos. Regresó a su cuna, Cospeito (Lugo), y hoy es su
"molinera". Allí es típico hacer pan en las casas y ella, más que
rentabilidad, lo que quiere es ser feliz y cuidar la alimentación de sus
clientes amigos.
El suyo es desde siempre un trabajo noble de tradición familiar, pero no ha
sido su caso, pues no la enseñó nadie de los suyos y sí José, su antecesor. Era
julio de 2014. Él se jubilaba y tristemente murió en meses, en noviembre. De lo
que le faltaba por aprender a su sucesora se encargó el hijo del difunto.
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El molino do Fruseiro, que es como se llama por su ubicación, data del siglo XVIII y está sobre el caudal del río Anllo, el que mueve la turbina.
En la localidad cospeitense, en la comarca de A Terra Chá, a 28 kilómetros
de la capital provincial, en 'El Molino de Isabel', nombre comercial actual, su
dueña, que tiene también tienda online, ya hace mucho que lo sabe todo del
ciclo trigo-harina-pan.
Especies autóctonas de trigo sobre variedades antiguas y dar un servicio a
la comunidad son sus propios "motores". "Aquí se hace mucho pan
en casa, cada casa tiene su horno y hacemos la molienda para la gente",
explica a Efe.
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Callobre y caaveiro (locales), junto con la espelta (esta traída de Segovia), es lo que trabaja.
Isabel conserva intacta la ilusión que le permitió dar este paso hace más
de un lustro y la que, además, le permite encarar personalmente el cambio de
prefijo, al 6, a los sesenta, como una mujer renovada y, desde luego,
reinventada.
Ella, que ha estado viviendo aquí y allá, finalmente encontró su futuro al
lado de la casa que había dejado muchas décadas atrás.
"Tenía sobre todo la motivación de fomentar de nuevo la molienda
natural de un cultivo de trigo tradicional gallego, que se cultiva con
muchísimo mimo", relata.
Y, evidentemente, sin químicos, destaca.
Su predecesor estaba últimamente un día a la semana y ella, a diario, de
nueve a una y media y de cuatro a ocho y media de la tarde.
Ha hecho reparaciones y una puesta a punto, pero la labor sigue siendo
manual.
La presencia de maquinaria es mínima. No es necesaria y para darse cuenta
basta con observarla: las manos las mueve con afán.
"Ha costado mucho trabajo pero aquí estamos peleando, después de seis
años de lucha. Ahora se nos empieza a ver, a considerar. Ha sido duro pero
estamos satisfechas".
Habla en plural Isabel porque desde hace un año tiene una ayudante,
Patricia, a la que dobla en edad.
Ella, su compañera de faena, cuenta sus inicios: "La conocí a través
de mi padre, que traía a moler su trigo. Sabía que Isabel buscaba a alguien
para seguir con el proyecto".
Y, sin dudarlo, ni corta ni perezosa se apuntó a contribuir a esa
alimentación "más sana y de una manera más natural".
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Sus compradores "no son clientes, son amigos", concluyen ambas al hablar de sus vecinos, aquellos que si las 'molineras' no tuviesen el suficiente resuello para cumplir con su misión, las empujarían a hacerlo sin dudarlo.
Además, su lista de clientes ya es abultada y son conocedoras de que
cocineros de prestigio recomiendan fervientemente ese molino, por el tándem que
forman Isabel y Patricia.
Fuente de la noticia https://www.elcorreogallego.es
Una gallega recupera el oficio de
molinera en su aldea natal: “Me enamoré del molino”
Artículo de Antena 3
¿Quién no ha pensado alguna vez en frenar en seco y volver a sus orígenes?
Isabel Rivas no lo dudó cuando a sus cincuenta y cuatro años y, aprovechando
que se encontraba en un ERTE, fue a visitar a su madre al lugar de Pacio,
parroquia de Goiá en el ayuntamiento lucense de Cospeito. Ahí se enteró de que
José, el molinero hasta entonces, cerraba su molino. Isabel se acercó a él y
simplemente le preguntó "¿me enseñas a moler?". Así fue como empezó.
"Molimos diez o doce veces, no más, la salud de José empeoró, lo
ingresaron y ya no regresó. Yo no quise olvidar todo lo que me había enseñado.
Así que aquí me quedé. Mucha lucha pero seis años después, seguimos".
Isabel cuenta que nunca tuvo un apego especial a la tierra que la vio nacer
y que desde los catorce años había vivido siempre fuera de Galicia pero, el
proyecto del molino le cautivó "era algo que estaba desapareciendo y pensé
que era necesario como servicio a la comunidad. Aquí todos los vecinos hacen el
pan en sus casas con el trigo que ellos mismos cultivan. Siempre fue así".
Y ese fue el principio, Isabel Rivas se dijo "¿por qué no?, ¿por qué
no intentarlo?". ¿Y después? le preguntamos, "después..." respira
y afirma contundente "me enamoré del molino". Nos cuenta que no es de
familia de molineros y que "nada tengo que ver con este mundo". Pero
tiene claro que desde el primer día que llegó, aunque no tuviese que moler se
sentía feliz "estoy en contacto con la naturaleza, trabajo a mi manera,
sin prisas. Todo eso me encantó".
Ella se empeñó en poner en valor el producto, fomentar el cultivo del trigo
y volver a ofrecer esa calidad de producto natural "y vivo" quiere
resaltar esta mujer gallega "mi molino está vivo también. Y digo mi molino
porque el molino nunca es del propietario, sino del molinero. El molino sin
molinero, se muere".
…
Fuente de la noticia https://www.antena3.com
Ser molinera en una aldea gallega.
Más información https://www.traveler.es/
'Molinera ilusionada' tras
cumplir los 50 y ser víctima de un ERE con despido.
Fuente de la noticia https://www.efe.com/
Más información sobre EL MOLINO
DE ISABEL
Videos El molino de Isabel
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