Patrimonio Industrial nacional e internacional

PATRIMONIO INDUSTRIAL - INDUSTRIAL HERITAGE - PATRIMOINE INDUSTRIEL

domingo, 11 de septiembre de 2011

La arquitectura industrial gallega languidece


Solo un par de ejemplos del extenso patrimonio industrial de Galicia han sido declarados bien de interés cultural (BIC). Se trata de las fábricas de Sargadelos y de los arsenales militares de Ferrol, según apuntan expertos de las universidades de A Coruña y Santiago, que, al tiempo, denuncian que decenas de edificios singulares agonizan en puertos y zonas de trabajo de Galicia a pesar de su innegable valor arquitectónico. La declaración BIC impide un hipotético derribo y aporta el carácter de dominio público a los elementos arquitectónicos, pero también supone una serie de ventajas fiscales para los propietarios, que deben solicitar permisos especiales para cada actuación. Además, los inmuebles pasan a tener una figura de protección en las normas que rigen el crecimiento urbanístico del municipio (el plan general correspondiente).

Los arquitectos se quejan de lo mucho que les cuesta a las Administraciones catalogar y proteger excepcionales muestras de corrientes como el racionalismo, por ejemplo, cuya conservación, además de contribuir a un crecimiento sostenible, es más rentable que derribar para volver a construir. El puerto de A Coruña perdió dos inmuebles -la Fábrica de Hielo y la factoría Pebsa- que acumulaban muchos e importantes elementos arquitectónicos, pero que también eran muy versátiles para acoger nuevas actividades y darle una identidad muy determinada al área portuaria.

El proyecto de la Fábrica de Hielo (1943) es del constructor e ingeniero Rodolfo Lama Prada y del arquitecto Santiago Rey Pedreira (uno de los máximos exponentes del racionalismo en Galicia y autor, en la misma ciudad, del mercado de San Agustín, el estadio de Riazor o el edificio Torres y Sáez). En su momento aportó una innovación muy funcional para un puerto que era un espacio más de la vida urbana en A Coruña.

Lama Prada confió el diseño a su amigo Rey Pedreira, que, según relatan diversas publicaciones, «trazó una equis sobre el solar» para crear una planta con una bóveda formada por dos láminas cilíndricas de hormigón y que apuesta (según la descripción del proyecto) por la búsqueda de soluciones que se integren en la fachada marítima y sean útiles para el trasiego pesquero. «Se adoptó este tipo de forjado por su mejor aislamiento del calor exterior y los rayos solares a lo que contribuye la cámara de aire», detalla el arquitecto en un resumen técnico redactado en los años 40 y con una de las primeras cubiertas planas que se vieron en la ciudad. Aunque esta nave solo vivió 66 años, puesto que se derribó el 9 de octubre del 2009 y a pesar de que durante años los arquitectos alertaron de que se estaba perdiendo un edificio histórico. En la parcela vecina sucedió lo mismo con otro inmueble -la factoría de la firma Pebsa (1955)- del mismo constructor.

El arquitecto Fernando Agrasar incide en destacar ejemplos sobre el caso contrario y, por eso, pone como ejemplo rehabilitaciones de antiguas factorías, como el mercado de Gondomar, el edificio de la Seat, en la entrada de A Coruña, aunque reconoce que falta una figura de protección útil que impida que algunas «joyas» corran mala suerte o no se conserven de la manera adecuada. Otro de los buenos ejemplos que destaca es la estación eléctrica de Belesar, que acaba de ser remodelada. Mientras, en el municipio coruñés de Culleredo, en la fábrica de la Cros está a punto de concluir la primera fase de unos trabajos de restauración, después de que el inmueble languideciese durante años.

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Xoán Carmona Badía, catedrático de Historia e Institucións Económicas en la Universidade de Santiago, apunta que ni siquiera en la Ley de Patrimonio Cultural de Galicia que se aprobó en el año 1995 hay una categoría específica para unos inmuebles que, además del arquitectónico, tienen un importante valor histórico. «Trátase de espazos de traballo que son representativos dun sector e dunha época», explica, y pone como ejemplo los muelles de Rande, la Panificadora de Vigo o la factoría Massó de Cangas, una de las piezas más «amenazadas» en la actualidad.

Reclamo turístico
Este historiador asegura que estos edificios representan parte de la identidad de Galicia, que precisamente tienen un papel «crucial» y «sería suicida non valorala como tal». Además, coincide con los arquitectos a la hora de asegurar que permitir que se conviertan en ruinas es dejar pasar la oportunidad para poner en valor «volumes construídos ás veces máis valiosos que os que se proxectan de novo». Carmona Badía denuncia que Galicia se ha quedado al margen de los planes y acciones nacionales para recuperar un patrimonio industrial que en otras zonas de Europa se ha convertido en un importante reclamo turístico. Propone que recuperar las antiguas minas puede revitalizar una zona en concreto y cita el poblado minero de Fontao, en la localidad pontevedresa de Vila de Cruces. Uno de los alicientes para poner en valor estos espacios sería convertirlos en lugares en los que el entorno y la maquinaria antigua fuese la atracción, al igual que ya se está realizando en muchas otras zonas de España y Europa.

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Los expertos aseguran, además, que esta iniciativa serviría para renovar y «modernizar» la imagen de Galicia en el exterior. De hecho, en Lousame hay una empresa que ya ha comenzado a reabrir las minas de San Finx y el Concello ha rehabilitado talleres que se pueden visitar. Al igual que las de Fontao, en Vila de Cruces, y Valdeorras, se hicieron especialmente famosas en la Segunda Guerra Mundial, porque suministraban al resto del continente wolframio, un metal tan valioso como el oro e indispensable para las fábricas de armamento.
La Voz de Galicia

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