Autora artículo Cristina Savall para
El Periódico Barcelona
en
1999 se inauguró la biblioteca de la Universitat Pompeu Fabra en el
antiguo Dipòsit de les Aigües, construido en 1874 por Josep Fontseré, junto al
edificio Jaume I del Campus de la Ciutadella con el que se comunica
por un túnel subterráneo. En la otra punta de Barcelona, en el barrio
de Sarrià-Sant Gervasi, en el 2001 se descubrió el lugar exacto donde se
ocultaba otro viejo depósito de aguas, el del Rei Martí, cuya mina está
datada a principios del siglo XIX. Tras su rehabilitación arquitectónica, ahora
afronta con un presupuesto total de 1,7 millones de euros las obras para
transformase en un equipamiento cultural.
El
recinto abrirá sus puertas al público a principios del 2016 también como parque
público por la centenaria pineda que habita en su superficie, en la falda
de Collserola, entre las calles de Jaume Càncer, número 32,
y Bellesguard, 14, por encima de la plaza de la Bonanova.
MARTÍ
I, EL HUMÀ / El depósito de aguas del Rei Martí es un espacio soterrado de una
belleza conmovedora, que se encuentra al lado de la Torre Bellesguard,
edificio con silueta de castillo, el más incógnito de Antoni Gaudí,
edificado entre 1900 y 1909 sobre las ruinas de la última fortaleza en la que
habitó, entre 1408 y 1410, el monarca Martí I ,el Humà, rey de la Corona
de Aragón Y último representante del Casal de Barcelona.
Por
ese motivo el depósito de aguas, una misteriosa sala hipóstila, con arcos y 30
pilares, se llamó del Rei Martí, aunque cambiará de nombre, «seguramente por el
de una mujer», según avanzó ayer Joan Puigdollers, concejal de Sarrià-Sant
Gervasi. «En marzo del 2015 comenzarán las obras para adecuar el espacio como
equipamiento cultural», informó Puigdollers. Jaume Ciurana, concejal de
Cultura del ayuntamiento, tiene especial estima por este recinto del que tuvo
noticia cuando fue presidente del consejo municipal de Sarrià-Sant Gervasi.
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ACTOS
SINGULARES / «La idea es que se mantenga igual, de ahí radica su atractivo. Por
eso lo destinaremos a usos culturales que no alteren el entorno, como
conciertos, recitales de la Setmana de Poesia y encuentros
de BCN Negre», señaló Ciurana, que está pendiente del informe de un estudio
acústico, fundamental para ampliar los registros de actividades, «siempre
singulares».
Ciurana
cuenta que en los archivos municipales quedaba constancia de la existencia del
depósito excavado, que en su 585 metros cuadrados había llegado a almacenar
3.167 metros cúbicos de agua, pero «se había perdido la memoria». El estudio
histórico-arquitectónico del recinto indica que en el siglo XIX el terreno en
el que se encuentra el depósito formaba parte de la casa Càncer, pero que
anteriormente se había denominado los Domenys y después Mas Bofí,
Tararacs y Tamarit.
La
familia Vives, descendientes del abogado Jaume Càncer, que da nombre a la
calle, catalogaron el terreno a finales del siglo XIX como una ruina al lado de
un cementerio. En esa escritura se hace referencia a esa mina de agua, ya en
desuso. «El origen del depósito se encuentra en la concesión realizada a favor
de Jacint Roig, entre 1802 y 1803», detalla el informe del ayuntamiento.
En
1807, Joan Josep Portell i de Càncer, el heredero de la finca, se vio
obligado a venderla a Joaquim de Roca para salvar sus deudas. De Roca cedió la
propiedad a Raimon Vives, que acabó vendiendo el terreno a Salvador
Homs en 1876, que escrituró el depósito. «Aunque la fecha exacta en la que
dejó de utilizarse es una incógnita», reconocen Ciurana y Puigdollers.
Actualmente es una área calificada como zona verde, propiedad del
ayuntamiento, que urbanizará el entorno.
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