El
Molino del Amor recuperará su esplendor en un entorno con la huerta de
protagonista.
Artículo de Alberto Gómez para La
Verdad
El Molino del Amor, un edificio de
titularidad municipal que data del siglo XVIII y que se ubica al final del
Paseo del Malecón, junto a la carretera de La Ñora, en el límite que separa las
pedanías de La Arboleja y La Albatalía, recuperará su esplendor cuando finalicen
las obras del proyecto de recuperación que se está ejecutando y que verá la luz
durante el último trimestre de 2019 después de una inversión de 350.000 euros.
Los trabajos que se están llevando a
cabo consisten en la rehabilitación integral del inmueble y en la adecuación de
los cauces abiertos de las acequias, que acabarán integradas en un nuevo
espacio abierto y ajardinado sobre una superficie de 3.700 metros cuadrados. En
el entorno del molino se incluirán huertos e instalaciones que guarden relación
con el edificio y que sirvan de reclamo para los vecinos de la zona y para los
ciudadanos que pasean por El Malecón, que podrán continuar su ruta hasta el
Molino del Amor.
Las obras, que está ejecutando la
firma Pegiro, están consistiendo en dos partes bien diferenciadas. Por un lado,
se dispondrá una plaza o jardín público que dará acceso al arco principal de
entrada del molino. En el entorno se dispondrá vegetación y zonas de estancia,
así como bancos. Por otro lado, el perímetro de la edificación estará circundado
por una zona de huertos de investigación que integrarán un centro de
agrobiodiversidad.
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La intención que recoge el proyecto
es la de «crear una zona agroecológica que estará formada por especies
autóctonas», explicó ayer a 'La Verdad' el alcalde, José Ballesta. En esta idea
se involucrará de forma activa el Departamento de Botánica de la Universidad de
Murcia (UMU). Otro objetivo planteado es el de descubrir las tres acequias que
discurren por el entorno del Molino del Amor.
De hecho, las dos partes del
proyecto se encontrarán separadas físicamente después de que se abra un tramo,
que estaba soterrado, de la acequia Zaraíche, que atraviesa por completo la
parcela en la que se están desarrollando las actuaciones. Mediante una
pasarela, el visitante podrá comunicarse con ambos espacios de forma segura y
cómoda.
Riego tradicional
El remozado de los muros que
contienen la acequia mayor Aljufía también está incluido dentro del proyecto.
Lo mismo sucede con la instalación de una bomba de agua que tendrá como
principal objetivo la extracción de agua desde la acequia para conducirla por
una serie de cauces que serán diseñados a tal efecto con el objetivo último de
conseguir un riego tradicional que bañe la zona de huertos que se encuentra en
el entorno.
En la actualidad, las obras se
encuentran terminadas en más de la mitad. Los trabajos de arqueología están
completados, al igual que las tareas de cimentación y refuerzo estructural del
Molino del Amor. El descimbrado de las acequias está, igualmente, finiquitado.
Los esfuerzos de los operarios se centran ahora en ejecutar la estructura
metálica interior y en la colocación de los pavimentos originales y también en
la instalación de los premarcos de las ventanas.
Durante las próximas semanas
comenzarán los trabajos para revestir los paramentos interiores y exteriores
del edificio y la colocación de pavimentos, carpinterías, instalación de
alumbrado y recuperación de pinturas murales. También se ejecutará la cubierta
plana. Ballesta recordó que «la huerta engarza con todo el proyecto». De igual
manera, indicó que «esta actuación entronca con otros proyectos estratégicos
del Ayuntamiento, como son Murcia Río y la apuesta por la recuperación de la
huerta y de espacios que estaban abandonados».
Por su parte, el concejal de Huerta,
Antonio Navarro, apuntó a esta Redacción que «el Molino del Amor es uno de los
emblemáticos. El edificio estaba casi en ruinas». Los técnicos Consuelo
Martínez y Luis García se encargaron de realizar el seguimiento arqueológico de
la obra. Explicaron que «durante la realización de las excavaciones que se
hicieron en el subsuelo se localizaron pavimentos antiguos».
También realizaron un estudio de
arqueología en las paredes y comprobaron la existencia dentro del edificio de
«cuatro siglos de modificaciones. Por ejemplo, del siglo XVII se encontraron
pavimentos de ruedas de molino de la época».
En el siglo XVIII el molino lo
adquieren las Madres Agustinas y realizan en él una remodelación completa. «De
aquella época se ha encontrado una pintura en las paredes que recrea un duelo
entre dos espadachines», afirmó Consuelo Martínez. Durante el siglo XIX el
edificio asume las novedades propias de la Revolución Industrial.
Finalmente, en 1946, es abandonado y
pasa a ser un comedor para los trabajadores de una fábrica de conservas
cercana.
Fuente
de la noticia https://www.laverdad.es/
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