El
excepcional molino romano que emergió del río en Jerez.
Artículo de Jesús A. Cañas para El
País
María Morón aún recuerda el preciso
momento en el que se hizo esa foto que ahora engrosa un informe arqueológico.
“Íbamos al río a sacar arena y a pescar sábalos. Había una escalera para
amarrar a las bestias y allí me la hice”, rememora la vecina de La Corta
(Cádiz). Hace más de nueve meses que los arqueólogos llegaron a esta tranquila
pedanía de Jerez de la Frontera para revolucionar a sus 200 habitantes. Porque
donde Morón se hizo esa instantánea en los años cincuenta no era una estructura
perdida sin más, sino lo que quedaba al descubierto de uno de los molinos
romanos conocidos más relevantes de la Península Ibérica.
“Por su envergadura, es actualmente
el único ejemplo conocido de Hispania”, puntualiza al pie de excavación Ángel
Muñoz, jefe del departamento de Protección del Patrimonio Histórico de la
Delegación de Cultura en Cádiz. Lo descubierto en la orilla del río Guadalete
va mucho más allá de los escalones que Morón recuerda o la pequeña estructura
abovedada que los mayores del lugar denominaban “el batán”, antes de que ambos
acabasen engullidos y olvidados bajo una escombrera. Las excavaciones han
sacado a la luz una gran edificación de tres norias, una sala abovedada y un
sistema de compuertas que servía para molienda de cereal y regadío.
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El edificio se mantuvo en uso, con
variaciones hasta el siglo XVIII; si bien, sus orígenes probables se remontan a
más de 2.000 años. “Al ser una infraestructura hidráulica es complicada de
datar porque no tiene estratigrafía, hay que recurrir a los sistemas
constructivos. Dado su tamaño y los morteros empleados, debe ser de una época
de gran esplendor económico en la zona, posiblemente entre los siglos I antes
de Cristo y II después de Cristo”, explica con cautela Luis M. Cobos, uno de
los arqueólogos responsables de la excavación.
Aunque no está documentado que
formase parte de un núcleo urbano romano, la ubicación del molino no era
casual. Se encuentra en lo que antaño fue un camino que comunicaba Jerez con un
embarcadero en el río Guadalete y a escasos metros de una villa romana que se
levantaba bajo el Monasterio de la Cartuja, del siglo XV. “Posiblemente estaría
vinculado a una presa para derivar el agua”, añade Esperanza Matas, la otra
arqueóloga encargada de unos trabajos de excavación que arrancaron en noviembre
del pasado año.
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El
molino que cambia la historia
Artículo de Fran Pereira para Diario
de Jerez
A principios del mes de abril, la
Junta hizo público el descubrimiento, junto al antiguo azud de La Corta, de
restos de un molino singular de época romana, al margen de otras construcciones
hidráulicas, de gran relevancia histórica. Tal es la importancia de este
hallazgo que según los propios arqueológos que están llevando a cabo los
estudios, Esperanza Mata y Luis María Cobos, “es una estructura hidráulica que
no se conoce otra igual enEspaña y cuyo estado de conservación es muy bueno”.
Es más, el propio Luis María Cobos
asegura, al referirse al complejo de molino romano, que “no hay una estructura
escalonada de aguante de noria como ésta en el mundo Mediterráneo”.
¿Y qué supone este descubrimiento?
En primer lugar, abre la posibilidad de que existiese en dicha zona un núcleo
urbano, ya que según apuntan los propios arqueólogos, “los molinos existían
junto a poblaciones grandes”. Esta idea se consolida con la villa romana
existente un kilómetro más arriba, junto al Monasterio de La Cartuja.
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El hallazgo en sí tuvo la misma
función en diversas épocas, y aunque el complejo hidráulico encontrado tiene
una base romana, “también contiene elementos, de una etapa posterior, una
estructura islámica abovedada; y una tercera época, “del siglo XV y XVI porque
hay un molino de regolfa, donde a la circulación de agua normal, al meterse en
un pequeño pozo, se le añade la fuerza centrífuga creando más fuerza si cabe,
por eso se llama así”.
Aunque cronológicamente su uso no
sería continuo, lo cierto es que esta instalación “se mantuvo hasta el siglo
XVIII”, recalca Luis María Cobos.
“En el curso bajo del Guadalete no
se conocían estas estructuras. Por la Península Ibérica existen molinos
hidráulicos, como el de los Baños de la Reina, en Alicante, y otro en Portugal,
en Conímbriga, pero al haber seguido utilizándose hasta el siglo XVIII están
enmascarados porque tienen una morfología de un edificio actual y moderno.
Aquí, sin embargo, tenemos en un mismo espacio una actividad hidráulica que se
mantiene en el tiempo pero son estructuras que han mantenido su forma
original”, reconoce Esperanza Mata.
Fuente
de la noticia https://www.diariodejerez.es
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