Un conjunto de edificios en Llanera
está pendiente de obtener un grado de protección superior que asegure su
conservación y frene su deterioro. Los edificios de Cerámicas Guisasola, la
Química Alba y la capilla de Santa Bárbara son vestigios de un pasado
industrial mejor en Llanera, zona que durante mediados del siglo XX fue uno de
los principales motores económicos de la región gracias al asentamiento de
numerosas empresas, la mayoría hoy sin actividad, pero que han dejado parte de
su arquitectura industrial como legado.
En la parroquia de Coruño se
encuentra el edificio que hasta el año 1979 ocupó la empresa Cerámicas
Guisasola, fundada en 1868 por Wenceslao Guisasola con el nombre de Tejería
Mecánica, aunque popularmente se conocía como 'La estufa'. Se trata de una
edificación repartida a ambos lados de la carretera AS-17a y que presenta un
aspecto dicotómico: una parte se encuentra en un estado de conservación
aceptable, incluida la imponente chimenea; incluso parte del espacio ha sido
ocupado por algún negocio. Ya en el otro margen de la carretera, la imagen es
completamente opuesta; el óxido y la maleza han ocupado gran parte del espacio
donde antiguamente Cerámicas Guisasola tenía sus hornos. Sin embargo, el
edificio cuenta con la catalogación de Patrimonio Industrial Histórico (PIH),
evitando así su desaparición.
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Hay que continuar por el vial AS-17a
en dirección Lugones para encontrar otro edificio catalogado en la misma
categoría. Se trata de la Química Alba, hoy en día desaparecida. Está situada
en la Venta del Gallo y solo queda en pie lo que era la zona de oficinas de la
planta de refinados. Cabe recordar que la química cesó su actividad hace más de
una década y que hace un año la Consejería de Medio Ambiente declaró como suelo
contaminado el terreno en el que se ubica, lo que no ha evitado saqueos ni la
proliferación de basura en sus alrededores.
El tercer edificio que refleja el
apogeo industrial de Llanera durante el siglo XX es la capilla de Santa
Bárbara, situada en el polígono industrial de Asipo. El templo, hoy en día
convertido en un improvisado skatepark, formaba parte del conjunto histórico
industrial de la fábrica de explosivos de Cayés; se comenzó a construir en 1913
y se inauguró en 1917. Esta capilla tiene el privilegio de haber sobrevivido al
derrumbe en la década de los 70 del poblado donde antiguamente residían los
trabajadores de la fáctoría. Es un edificio que combina el estilo neorrománico
con el neogótico; su estado de conservación es bueno, aunque presenta algunas
deficiencias en la cubierta; está en venta por 200.000 euros.
La AA.VV de Cayés se reunió a
finales de febrero con la Dirección General de Patrimonio para pedir una
protección superior para estos edificios, que garantice su conservación en el
tiempo. Patrimonio encargará un informe externo al efecto.
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