Seguimos asistiendo a la destrucción indiscriminada
del Patrimonio Industrial, debido a que se trata como muchos patrimonios de
definición “reciente”, son patrimonios poco valorados e infravalorados, como el
Patrimonio Rural. Ante la “excusa” de su falta de valor se justifica su
destrucción para poder usar su solar para nuevas construcciones que
supuestamente ayudan a que la ciudad “crezca y evolucione”, siendo el único
pecado de este indefenso patrimonio el estar ubicado en un solar que
actualmente está revalorizado o está correctamente ubicado, aunque
originalmente se encontrara en la periferia de las ciudades.
Fábrica de Armas de La Vega, Oviedo |
Pero este patrimonio sí que tiene valores, grandes
valores que van más allá de su cara bonita, de ese supuesto valor
arquitectónico del que dicen que carece, pero no quiero adelantarme y antes de
este “valor estético”, hablemos de otros de sus muchos valores.
Aunque se trata de construcciones “recientes”, al ser
vestigios de la época de la industrialización, nos encontramos con conjuntos de
gran valor histórico, que nada tiene que ver con la antigüedad (valor que gusta
dar al patrimonio tradicional histórico-artístico). Estamos hablando de antiguas instalaciones que formaron parte de
la historia económica y social de un barrio, de una localidad, de una provincia
o incluso de una comunidad autónoma e incluso de un país, muchas de esas
fábricas, hoy silenciadas, ayudaron a hacer historia, formaban parte de la vida
cotidiana de muchos trabajadores, pero también de empresarios y de ciudadanos
que podían consumir sus productos o hacer uso de sus instalaciones (como las
estaciones de tren). Todo ello da a estas antiguas fábricas un valor histórico
que no debe ser despreciado, pudiendo ser igual de importante una fábrica de
grandes dimensiones como una pequeña fábrica o almacén que significó mucho para
la vida de un barrio.
Antigua estación del Grao de Valencia |
Además de este valor histórico, también pueden tener valor técnico o tecnológico por incluir en sus sistemas de producción sistemas innovadores dignos de ser estudiados y que fueron pioneros, y algunas incluso aún mantienen en su interior, maquinaria muestra de esas innovaciones. Con todo ello nos encontramos que además de ese valor técnico o tecnológico, puede tener un gran valor inmaterial si se documenta ese modo de producción (su saber hacer), siendo una parte importante de la memoria del trabajo.
Antigua Fundición Averly, derribarla en parte para construir edificios de viviendas... Zaragoza |
Otro valor que suele tener este patrimonio, aunque en muchos casos se niegue, es el VALOR ARQUITECTÓNICO, un valor que muchos reducen al diseño de su fachada, y si no tiene una clara decoración/ornamentación o un estilo arquitectónico claro directamente consideran que no tiene valor arquitectónico, siendo esta una visión muy reduccionista, pues si consideran que la arquitectura es solo una fachada creo que se están equivocando. El valor arquitectónico no solo lo da el diseño de una fachada (o su decoración), sino también la composición de los volúmenes que conforman un conjunto, la distribución y organización de los espacios en su interior, el cómo se realizaban y orientaban las cubiertas, el cómo se utiliza la materialidad (esto puede incluir que tenga valor constructivo), el cómo se implanta el conjunto en un solar o territorio, modificando su entorno cercano, e incluso una sencilla fachada con pocos elementos ornamentales puede tener valor arquitectónico por ese claro objetivo de querer ser la cara pública de una industria, es por ello que no se debe menospreciar el valor que pueda tener una sencilla fábrica (esto no tiene porque ser algo malo, aunque así se quiera “vender”), con una sencilla decoración o con un uso sincero de la materialidad sin ornamentos (les recuerdo a muchos que existe el estilo racionalista). Por lo tanto una fábrica es más que una cara bonita, es una instalación productiva donde la distribución de sus espacios no se hacían al azar y la composición de fachadas y cubiertas buscaban la iluminación natural para poder realizar el trabajo en su interior; buscando construir con materialidad duradera y de poco mantenimiento (no siendo mala construcción como también se quiere “vender”). Todo ello es arquitectura, no solo las fachadas, que es lo que muchos miran a la hora de valorar alguna edificación.
Fábrica de hilados, trenzados y tejidos de yute de Pilar Casanova (Valencia) |
Pero se puede ir más allá con este patrimonio
infravalorado, su VALOR INMATERIAL, su valor por la memoria del trabajo que
contuvieron, la memoria de los trabajadores, la memoria del trabajo de muchas
mujeres que trabajaron en fábricas, como las tabacaleras, corcheras, en
cerámica e incluso en fábricas textiles como de sacos donde el trabajo femenino
era fundamental. Además también contienen memoria empresarial de hombres y mujeres
que realizaron fábricas (y sí digo mujeres, porque también existieron
empresarias).
Libro sobre la historia de una antigua fábrica de sacos, donde se muestra claramente el trabajo femenino. |
Portada con panel cerámico de la Fábrica de hilados, trenzados y tejidos de yute de Pilar Casanova (Valencia) |
Este tipo de espacios y su memoria no deberían desaparecer, sino que se podrían reutilizar para múltiples usos como ya lo demuestran cada vez más casos de reuso de antiguos espacios industriales, pudiendo dar gran calidad de vida a su entorno sin la necesidad de hacer nuevas construcciones. Es muy simplista pensar que una nueva construcción es la que puede dar mayor calidad a un entorno, y no una recuperación adecuada y sostenible de un espacio.
Fábrica Can Batllo de Barcelona, salvada gracias a la movilización ciudadana. |
Y no se puede olvidar el gran VALOR SOCIAL que tienen
estas antiguas instalaciones, es el valor que le dan los ciudadanos a las
construcciones o producciones que valoran, a las que les tienen cariño (lo que
muchos intentan llamar despectivamente nostalgia). Las personas son las que
crean patrimonio, y cuando una antigua fábrica es valorada por un barrio, y por
otras muchas personas de una ciudad o de fuera de ella, le están dando valor. Como
se apunta en el Preámbulo de la LEY 16/1985 DE PATRIMONIO HISTÓRICO ESPAÑOL
“…El
Patrimonio Histórico Español es una riqueza colectiva que contiene las
expresiones más dignas de aprecio en la aportación histórica de los españoles a
la cultura universal. Su valor lo proporciona la estima que, como elemento de
identidad cultural, merece a la sensibilidad de los ciudadanos. Porque los
bienes que lo integran se han convertido en patrimoniales debido exclusivamente
a la acción social que cumplen, directamente derivada del aprecio con que los
mismos ciudadanos los han ido revalorizando...”.
Vecinos de San Antonio, Valencia, pidiendo la protección de las naves y la NO construcción de un macrohotel |
Estas antiguas instalaciones industriales se deberían
considerar una oportunidad para recuperar historia y además darles nuevos usos
para los barrios en los que se implantan, teniendo un claro Valor de
reutilización y de elemento dinamizador del entorno. Hay que pensar en estas
construcciones como una oportunidad y no como un estorbo para conseguir un
solar, seguimos perdiendo historia y patrimonio. Aunque muchos nieguen el valor
del Patrimonio Industrial, tiene muchos valores (se podrían hacer muchas tesis sobre ello) y es más que una cara bonita.
Diana Sánchez Mustieles.
Dra. arquitecta y arquitecta voluntariosa
Blog Patrimonio Industrial Arquitectónico
Tesis doctoral Diana Sánchez Mustieles
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