Cuarenta
y dos años y...tres segundos.
La vida de la Central Térmica de
Puertollano, la “Sevillana” como la mayoría la recuerda, dejó de producir hace
dos años. Los propietarios actuales decidieron que llegó el fin de su período
productivo y no estimaron acometer un proceso para el alargamiento de vida, que
podían hacerlo. Este viernes, en tres segundos, fue demolida su torre de
refrigeración que, a modo de emblema, identificaba desde lejos el
aprovechamiento del carbón de la cuenca minera.
La Central Térmica, allá por el
verano de 1968, era anunciada a golpe de propaganda, platillo y bendición por
los jerarcas y autoridades del régimen, para afrontar la crisis que sufrían las
minas del carbón y la suerte de paro y desesperación que sobrevendría a unos
4000 trabajadores de los pozos de la cuenca minera. Las obras iniciadas en el
siguiente año y su conclusión en 1972, para consumir las 600.000 Tm de carbón
para la que fue diseñada, dispuso una actividad industrial que estuvo
produciendo energía eléctrica hasta el verano de 2013.
Entonces se cerró un ciclo
productivo de cuarenta y dos años y, ahora, con la citada demolición de su
torre refrigeradora, han vuelto a aflorar sentimientos y recuerdos en los
cientos de vecinos, de familias, que han transitado desde una hora antes para
llegar a los lugares de mejor observación, ocupando espacios que han servido de
improvisados estudios fotográficos y salas de grabación de videos que, en
minutos, han comenzado a navegar por los diarios digitales y por las redes
sociales.
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También, se han despertado imágenes
y vivencias de la memoria industrial de la cuenca minera, de su pasado y de la
situación actual. Opiniones y pensamientos que evocan, en no pocos lugares de
encuentro, el azote que ha sufrido y sufre la comarca de Puertollano y la
necesidad de contar con arquitectura industrial viva que es más necesaria que
las “torres muertas” que simbolizan el agotamiento de etapas de producción y de
empleo.
La razón del cierre de la Central
Térmica tuvo que ver, a mi juicio, con una conjunción de hechos: decisiones
empresariales, diseño de la política energética de los gobiernos o la ausencia
de ella, y las exigencias internacionales sobre el cambio climático; sin que se
acepte que no podía darse continuidad a la actividad productiva que requería
inversiones y compromisos con el territorio dónde estaba enclavada.
Aprovechando este derrumbe controlado, que ha despertado añoranzas y espectáculo, hay que continuar haciendo una lectura reivindicativa para que no cunda el desánimo y la tristeza, para continuar reclamando a aquellos poderes políticos y económicos que mantienen una actitud sorda, desatenta y malintencionada para con la industria de Puertollano y su comarca. Es preciso mantener firme la reclamación colectiva, de la que se ha dado muestra sobrada en estos dos últimos años, porque el progreso y el futuro no se entiende sin procesos industriales potentes, sin proyectos generadores de empleo en sus unidades productivas y con necesidad de mano de obra en las empresas auxiliares; empleo directo e indirecto que vengan a reponer las tasas de actividad industrial, de ocupación y de empleo efectivo.
En esencia, hay que volver a
insistir en la recuperación de la actividad de las “renovables” para acompañar
una política energética al servicio de España y de los ciudadanos, no a las
órdenes de las grandes compañías eléctricas. No se entiende que en los países
europeos o en los EEUU, se desarrolle exponencialmente la obtención de energía
a través de las centrales termosolares y aquí en nuestro país llevemos tres
años de frenazo. No se entiende que, quién ha tenido todo el poder de decisión
política durante cuatro años y lo mantiene en ejercicio hasta el 20-D, no haya
desplegado una atención singular a un territorio que es la expresión de una
trayectoria histórica en la diversificación productiva.
El desarrollo económico de la
comarca de Puertollano está asociado a la industria, y debe seguir estando;
porque sin industria no hay futuro. Toda la orientación de los responsables
políticos, todas las iniciativas y decisiones que se adopten, deben ir
encaminadas a fortalecer un entorno industrial y captar inversiones para
reabrir empresas e iniciar otras actividades en la “ciudad de la energía”. Una
hoja de ruta con la que deben comprometerse todas las opciones políticas.
Cuando caía la torre de
refrigeración de la Central Térmica era observada por toda la comarca, sus
ciudadanos, sus trabajadores y trabajadoras y sus diferentes actividades, por
el complejo petroquímico y las empresas que lo componen, por los polígonos
industriales. A distancia, a pocos kilómetros al Este, otra torre la miraba
expectante y resonaba el grito reivindicativo que permanece en nuestras
gargantas: ¡Elcogas no se cierra!
Fuente
de la noticia http://www.miciudadreal.es
Vídeo
de la demolición de la chimenea
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